A MODO DE INTRODUCCIÓN
Qué mejor manera de afrontar las vacaciones de Semana Santa que con este librito que narra las vivencias personales del autor como novato e inexperto patrón de un velero por las islas griegas y por el Atlántico norte. Quienes ya conozcan a Chris Stewart por su exitoso libro “Entre limones” (en el que nos relataba su llegada y asentamiento en las Alpujarras granadinas), sabrán que estamos ante un autor de peso ligero, pero optimista, vitalista, siempre dispuesto, con su sutil humor inglés, a disfrutar, y hacernos disfrutar con él, de los pequeños y grandes placeres que la vida ofrece. Buen viaje, y que el viento sople a favor.
Dedico la presente entrada a mi hermano Carlos, marinero en tierra, que seguro que conoce más de tres manera de reflotar un barco.
(La edición seguida es: Ed. Salamandra, 2010, traducción de Alicia de Benito Harland)
(La edición seguida es: Ed. Salamandra, 2010, traducción de Alicia de Benito Harland)
SINOPSIS
Todo comienza de forma fortuita cuando una amiga le ofrece un trabajo tentador: ser el patrón de un velero para navegar en las islas griegas. La propuesta parece un sueño hecho realidad, si no fuera por un pequeño inconveniente: Chris no ha navegado en su vida, ni sabe por dónde empezar. Con abundantes dosis de ingenio e hilarante autocrítica, Chris narra su iniciación a la vela, desde un neblinoso puerto de la costa inglesa hasta su particular odisea por aguas mediterráneas rumbo a la isla de Spetses. Y como guinda, una inolvidable peripecia a través del Atlántico Norte por la ruta del legendario explorador escandinavo Leif Eriksson.
PRIMERA PARTE (TÍTULO DE DE TRIPULANTE)
Aprenda a navegar usted mismo
Si tenía las imágenes delante de mí, podía decir cuál era la diferencia entre una balandra (de vela cangreja o bermudina), una goleta, un queche y una yola.
Si tenía las imágenes delante de mí, podía decir cuál era la diferencia entre una balandra (de vela cangreja o bermudina), una goleta, un queche y una yola.
(…) y a las ocho menos dos minutos llamé al timbre de un opulento bloque de pisos de ladrillo en Cadogan Square.
Cadogan Square (Londres)
De acá para allá
Unos días más tarde, una helada y neblinosa mañana de abril, me encontraba en el muelle de Littlehampton (…)
Littlehampton (UK)
Nos encontrábamos a un par de kilómetros de la playa de Climping cuando el tiempo se tornó realmente espantoso.
Playa de Climping (UK)
Sark a la luz de las estrellas
Cogí el tren hasta Portsmouth y después hice la travesía hasta Cowes en un ferry.
Cowes, isla de Wight (UK)
Después nos llevamos un cajón de provisiones para una semana y descendimos por el río hasta el canal del Solent.
El Solent y la isla de Wight (UK)
Una noche atracamos en el hermoso río Beaulieu y cruzamos en el bote sus serenas aguas para ir al bar de Buckler’s Hard.
Buckler's Hard (UK)
Y después luchamos contra el viento y las olas (…) para atracar en Bosham, en el puerto de Chichester.
Puerto de Chichester (UK)
La semana siguiente nos dirigimos por la noche a la isla de Sark.
Isla de Sark, canal de la Mancha (UK)
SEGUNDA PARTE (LAS ISLAS GRIEGAS)
¿Dónde está Dunde?
Después me encaminé hacia el puerto deportivo para ver si encontraba el barco. Había cientos y cientos de resplandecientes embarcaciones de plástico meciéndose en el nauseabundo y oleaginoso líquido que era el mar en el puerto de Kalamaki.
Puerto de Kalamaki (Grecia)
En lugar de ello me encontraba atrapado en Kalamaki, uno de los lugares más espantosos de Grecia (…). Había una playa larga y sucia al borde de la carretera y una hilera de hoteles enormes y feos.
Playa de Kalamaki (Grecia)
Una semana más tarde (…), una vieja y cochambrosa furgoneta de hojalata de tres ruedas, que los griegos llaman trikiklo, se acercó (…)
Al anochecer paseamos a la luz de la luna por el templo de Poseidón, en lo alto del cabo de Sunión(…) y contemplamos el reflejo de la luna sobre el mármol blanco y antiguo, maravillándonos de lo bonita que era Grecia.
Templo de Poseidón, cabo Sunion (Grecia)
Son de Lord Byron – respondió con un ligerísimo tono de condescendencia-. Tal vez se sentó en esta misma piedra y grabó su nombre en uno de estos pilares del templo.
Incisión de Lord Byron en templo Poseidón
Así pues, cogí el autobús hasta el Pireo y me monté en una hidroala, uno de los Flying Dolphins que los griegos llaman flyings.
Mi primera isla griega (Spetses) , una especie de pequeña ciudad-estado de variadísimo paisaje.
Spetses (Grecia)
Pequeños barcos de madera, azules y blancos, los hermosos caiques griegos, se empujaban entre si a causa del oleaje que levantaba el revoltoso mar.
El pueblo era diminuto, un laberinto de callejuelas adoquinadas apiñadas en torno al muelle. El color blando de los edificios brillaba al al intenso sol, haciendo resaltar el azul de la carpintería.
Muelle de Spetses (Grecia)
Elogio al cubo
Los días claros –y aquel era un día clarísimo- se llega a distinguir la isla de Egina desde la boca del puerto de Kalamaki. (…) Y cuanto más te acercas más destaca, hasta que por fin aparece como una isla viva, con sus bosques de pinos y sus acantilados y sus calas y pueblecitos.
Egina (Grecia)
Y luego tenemos a Athanasios Diakos, a quien los turcos le rompieron a martillazos todos y cada uno de los huesos del cuerpo antes de empalarlo.
Apresamiento por los turcos de A. Diakos
De todas las cosas hermosas que ha concebido el hombre gracias a su genio creador (…) , la que constituye para mí el cénit absoluto es el clíper del té navegando a toda vela desde China de regreso a su tierra.(…) el número uno de mi lista es el Cutty Sark.
Bouboulina (…) era un almirante, una almiranta, para ser exactos, spetsiota durante la guerra de la Independencia. Y entre sus muchas hazañas puso en fuga a la armada otomana en el puerto de Spetses, que es lo que se conmemora con toda esa juega.
Monumento a Bouboulina en el puerto de Spetses (Grecia)
TERCERA PARTE (A MAL TIEMPO, BUENA CARA)
Viaje a Vinlandia
El Hirta era su barco, un antiguo cúter de piloto del canal de Bristol, que él y su mujer, Ros, se habían dedicado a restaurar (…) y su belleza clásica me había cautivado. Se parecía un poco a un langostero, aunque era mucho más grande y sólido, con un arrufo largo y elegante.
Cúter de piloto del canal de Bristol
Vamos a ir a Noruega y luego cruzaremos el Atlántico Norte hasta Islandia, para finalmente llegar a Terranova; ya sabes, siguiendo los pasos de Leif Eriksson.
Ruta de Leif Eriksson
Monumento a Leif Eriksson en Reikiavik
Empezó a anochecer y los blancos acantilados de la costa de Kent fueron sustituidos por unas lejanas líneas de luces.
Acantilados de Kent (UK)
Incluso la sintonía del programa, Sailing by, una pieza que yo siempre había considerado un tanto vacua, adquirió un matiz diferente, con sus ondulantes arpegios cargados de sentido y emoción.
"Sailing by" (sintonía de la BBC)
Todos teníamos nuestras aves favoritas. La mía era el fulmar, una gaviota pequeña y rechoncha de color gris y blanco, carácter amistoso y aspecto burlón (…)
Los alcatraces son de mayor tamaño que los fulmares y (…) también bastante más gráciles, largos y esbeltos. (...) Ver una bandada de alcatraces pescando, lanzándose en picado desde veinte metros de altura, (…) constituye uno de los espectáculos inolvidables del mar.
Alcatraces en acción
(…) y seguimos avanzando sin incidentes entre el desconcertante laberinto de islas y fiordos que ocultan la entrada a la ciudad portuaria de Bergen.
Bergen (Noruega)
(…) tras un día navegando sin dificultades por las tranquilas aguas de los fiordos, echamos anclas en la bahía de Northeimsund, una pequeña localidad situada en el fiordo de Hardangerfjord.
Northeimsund (Noruega)
Era la época dela floración de los manzanos y, como había dicho Tom, sencillamente no hay nada como el Hardangerfjord en la época de la floración de los manzanos.
Floración de manzanos en Hardangerfjiord (Noruega)
El fiordo propiamente dicho es un lugar de una belleza impresionante, con sus extensiones de agua tranquila y profunda que se adentran más de cien kilómetros en tierra, entre unos valles idílicos bordeados de montañas coronadas de nieve.
Hardangerfjiord (Noruega)
Los baños públicos de Reikiavik resultaron un tanto especiales: un gran lago de agua calentada por energía geotérmica del que se elevaban grandes nubes de vapor. Había una gigantesca pared de cristal bajo la cual podías bucear (…)
Baños en Reikiavik
Después descubrí que había llegado a Gullfoss, una cascada absolutamente colosal que llenaba de nubes y un ruido atronador el paraje oscuro y sin árboles que la rodeaba.
Catarata de Gullfoss (Islandia)
Lo más maravilloso, sin embargo, fue Thingvellir, el emplazamiento del Althing, el primer parlamento escandinavo. (…) Era un paisaje curioso, situado entre una línea de falla pedregosa y un lago poco profundo; por todas partes había charcas de agua clara y tranquila.
Thingvellir (Islandia)
El único edificio era una pequeña iglesia blanca de madera que se alzaba junto al lago (…)
Iglesia en Thingvellir (Islandia)
(…) y el único sonido , el grito evocador e inquietante del charrán ártico, al que de vez en cuando veías cernirse sobre las charcas como una delicada golondrina blanca.
Charranes árticos
Perdidos en el mar
A continuación les toca el turno a los pantalones de piel de topo. Los míos , curiosamente, pertenecieron al explorador sir Ranulph Fiennes (…). Llevó estos pantalones en sus aventuras por el Ártico y el Antártico.
sir Ranulph Fiennes
Me acuerdo de cuando a mis diez años, durante unas vacaciones en Trebarwith Strand, Cornualles, una tormenta se acercó rugiendo por el oeste y ofreció un espectáculo absolutamente deslumbrante desde las rocas.
Costa de Trebarwith Strand (UK)
Así pues, no llegamos a Groenlandia (…), aunque aquella tarde pasamos lo bastante cerca de su extremo meridional para distinguir el cabo Farewell, de un palidísimo azul pastel.
Cabo Farewell (Groenlandia)
El nuevo mundo
Entonces el hombre se puso de pie y nos extendió la mano. -Bienvenidos a Quirpon - dijo (…) Eli y su familia vivían en una casita de madera construida sobre las rocas a orillas de la bahía de Griguet. Desde la cocina donde estábamos sentados, (…) veíamos la preciosa bahía, de un azul brillante y superficie lisa, resguardada por unos promontorios de poca altura que casi se tocaban a su entrada.
Isla de Quirpon (Canadá)
Nos llevaron a Lanso Meadows ( o L’anse aux Méduses), donde los vikingos, cuyo trayecto habíamos seguido, habían establecido su primer asentamiento. Había un museo y algunas casas largas con tejado de hierba reconstruidas.
Asentamiento vikingo de Lanso Meadows (Canadá)
Y allí, una cálida tarde de verano junto a las claras aguas de los lagos de Bras d’Or, consiguió que una langosta se metiera a regañadientes en la olla.
Llegué a Lunenburg antes que el Hirta y me registré en un hotel blanco de madera que había a espaldas del muelle.
Lunenburg (Canadá)
Podríamos haber ido a cualquier parte, pero nos dirigimos a Newport, en el estado de Rhode Island.
Newport (EEUU)
Después, anunció Tom, continuaríamos hasta Mystic Seaport, “un auténtico puerto para el marinero, con museos de vela y famosos barcos antiguos”.
Epílogo
Fowey es un lugar de lo más bonito, la perfecta localidad portuaria de Cornualles, con sus abruptos montes tapizados de bosques que parecen desplomarse sobre las tranquilas aguas de su estuario.
Fowey es un lugar de lo más bonito, la perfecta localidad portuaria de Cornualles, con sus abruptos montes tapizados de bosques que parecen desplomarse sobre las tranquilas aguas de su estuario.
Chris Stewart en el barco (¿Estará leyendo los limericks sobre los Jumblies en "A book of nonsense" del poeta inglés del siglo XIX Edwar Lear?)
A la mar se hicieron en un colador, sí señor,
en un colador a la mar se hicieron,
pese a lo que opinaran sus amigos,
una tormentosa mañana de invierno,
¡a la mar se hicieron en un colador!
(They went to sea in a Sieve, they did,
in a Sieve they went to sea,
in spite of all their friends could say,
on a winter's mom, on a stormy day,
in a Sieve they went to sea!)
Los Jumblies (según ilustración del propio Edward Lear)
Este post le gustaría mucho a una amiga gracias a la cual nos conocemos (poco, pero nos vimos recientemente y te acordarás de mí): la Reme. Voy a regalárselo virtualmente por Sant Jordi. Qué buen descubrimiento.
ResponderEliminarEste me lo compro, fijo, que tiene una pinta... y además me trae recuerdos de Santorini, y encima con referencias a mi querido Byron.
ResponderEliminarCómo se curra las entradas el autor, que aprendan otros bloguers...jejeje
Un abrazo
Ah, por cierto, ese Ranulph Fiennes será familia de Ralph y Joseph??
Si, gracias al blog, el señor Stewart va a vender dos ejemplares de su libro (los que vais a comprar Ángel y Marta), voy a tener que ir pensando pedirle algo de comisión, jeje. Ya está bien ir "de gratis" por la vida.
ResponderEliminarAcabo de terminar de leerlo,he buscado las ciudades de Terranova por internet y me he encontrado con éste blog....que sorpresa!! He devorado en dos días el libro de Chris Stewart (ex-batería del grupo Genesis) y me ha emocionado y divertido muchísimo.Lo aconsejo a quien le guste la aventura y en especial la marinería.
ResponderEliminarGracias. Me alegra de que te haya resultado útil el blog.
Eliminarme ha encantado ver las fotos de cada uno de los sitios donde tiene lugar la trama.
ResponderEliminarEsa era la función del blog. Contento de que te haya sido de utilidad. Un saludo.
EliminarA esto llamo yo una entrada de blog, si señor.
ResponderEliminarAcabo de leer el libro de Stewart, y este paseo ha sido como volver a hacerlo (recomiendo hacerlo mientras se escucha el "Sailing By").
Solo he echado de menos la foto de algúna gallina con una piedra del peso exacto atada al tobillo por algún islandés, esos reyes del pensamiento tangencial ;)
Gracias por los comentarios elogiosos. Un saludo ISMAEL
EliminarMuy buen aporte, me ha gustado poder ver lo que descrivia Chris.
ResponderEliminarGracias
Me alegra saber que le ha resultado útil y atractiva la propuesta. Un saludo, y gracias.
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