martes, 22 de marzo de 2011

DOMINGO VILLAR: "La playa de los náufragos"

A MODO DE INTRODUCCIÓN
Domingo Villar (Vigo, 1971) es una escritor gallego de novelas policíacas cuyas dos primeras obras, ambientadas en Vigo y protagonizadas por el lacónico inspector Leo Caldas y su impulsivo ayudante aragonés, han obtenido un considerable éxito de crítica y público.
A través de los dos títulos hasta el momento publicados por Domingo Villar, vamos a recorrer de su mano la ciudad de Vigo y muchos de los pueblos y paisajes que la circundan.
La primera novela de la serie lleva el título de “Ojos de agua” y la segunda “La playa de los ahogados”. Sin embargo, en nuestro paseo, comenzaremos por esta última para proseguir, en una próxima entrada, con la primera (la alteración se debe a que al responsable del presente blog le gusta considerablemente más “La playa de los ahogados”)
Como viene siendo costumbre en el blog, señalo la página de la que extraigo el fragmento que a continuación voy a ilustrar con imágenes y/o sonidos.
La edición seguida para la selección de los fragmentos es la siguiente: “La playa de los ahogados”. Domingo Villar. Ediciones Siruela (Nuevos Tiempos. 3ª edición, julio de 2009)


BREVE SINOPSIS
Una mañana, el cadáver de un marinero es arrastrado por la marea hasta la orilla. Si no tuviese las manos atadas a la espalda, Justo Castelo sería otro de los hijos del mar que encontró su tumba entre las aguas mientras faenaba. Pero el océano nunca ha necesitado amarras para matar. Sin testigos ni rastro de le embarcación del fallecido, el lacónico inspector Leo Caldas se sumergirá en el ambiente marinero del pueblo, tratando de esclarecer el crimen entre hombres y mujeres que se resisten a desvelar sus sospechas y que, cuando se decidan a hablar, apuntarán en una dirección demasiado insólita. Un asunto inoportuno para Caldas, que atraviesa días difíciles: Alba ha vuelto a dar señales de vida, el único hermano de su padre está gravemente enfermo y su colaboración en el programa de radio se está volviendo insoportable.









Pág. 32
Cruzaron La Alameda pisando un manto de hojas caídas y se adentraron en la calle del Arenal caminando frente a sus elegantes edificios de piedra. Las galerías de hierro forjado de las fachadas, asomadas desde hacía algunas décadas a los contenedores del puerto de mercancías, aún parecían preguntarse dónde estarían escondidos la playa y el mar.
                                         Alameda (Vigo)


El bar Puerto todavía estaba abarrotado.
                        Bar Puerto (c/ Areal 30, Vigo. Tfno: 986222044)

Pág. 39
-Y dices que estaba en la playa de Panxón, ¿no?
-Sí, pero no en la grande sino en la otra que hay detrás, entre el puerto y el monte ése que tiene un monumento en la cima.
-Monteferro – apuntó Caldas.
                                           Playa de Panxón

Pág. 61
El inspector miró hacia arriba, y entre las gotas que se escurrían por la ventanilla, vio al hombre pez en lo alto de su pedestal, iluminado por las farolas. Éstevez tenía razón. Con la lluvia mojando las escamas de su cola, el sireno parecía sonreír a la ciudad.
                                                            Sireno

Leo Caldas (…) empujó la puerta de la casa baja que encontró enfrente.
Buenas tardes, Leo – dijeron a coro los catedráticos que ocupaban la mesa más próxima a la barra de la taberna Eligio.
                                          Casa Eligio (Travesía da Aurora nº 4, Vigo)


Carta de platos del Bar Eligio (obsérvese que el inspector Leo Caldas ya tiene unos chipirones con su nombre)

Pág. 69
Dejaron atrás la isla de Toralla, cuya torre guiaba a los marineros en la oscuridad como un farol más, y siguieron avanzando hasta que una montaña se dibujó sobre el mar. Detrás de la silueta negrísima  de Monteferro aguardaba el puerto de Panxón, al final del trayecto.
                                                     Toralla
Monteferro
Pág. 70
En Panxón no había pantalanes. Las embarcaciones se amarraban a muertos, boyas que flotaban sujetas por cadenas a bloques de hormigón hundidos en el fondo.
Puerto de Panxón
Pág. 71
Detrás de la rampa comenzaba la playa, que se extendía hasta la falda del monte Lourido, formando un arco inmenso sólo quebrado por un regato que desembocaba entre la arena dividiendo la playa en dos mitades.
Monte Lourido

Monteferro y las islas Estelas proporcionaban un abrigo natural al puerto de Panxón. Allí la playa estaba resguardada y apenas presentaba oleaje. En cambio, a medida que se alejaba del pueblo quedaba desguarnecida, tan abierta al Atlántico que los viejos marineros  aseguraban que América era el primer obstáculo en la ruta si se navegaba en línea recta hacia el oeste. Por eso, al cruzar el riachuelo el arenal dejaba de llamarse Panxón y pasaba a ser Playa América.
Monteferro y las islas Estelas


Playa de América

Pág. 72
Se acordó de la novela policíaca de una autora francesa que Alba le había regalado un par de años atrás. Hacía tiempo que había olvidado la trama, pero recordaba a Joss, uno de sus personajes. Era un marinero alejado del mar que se ganaba la vida como pregonero en una plaza de París. Leía en voz alta los mensajes que los vecinos le hacían llegar y, al final de cada pregón, narraba un naufragio.
Maravillosa novela de Fred Vargas de la que se hace referencia


Pág. 113
-¿Sabe cuál es la “Canción de Solveig”? – preguntó ella.
Caldas no tenía ni idea e hizo un gesto con las cejas que podía significar cualquier cosa.
-Es una melodía nórdica, pero parece una canción gallega – explicó la muchacha.


Pág. 124
Estaban de pie, apoyados en la barandilla de la playa de la Madorra, viendo las olas romper sobre la franja de algas que cubría la orilla.
Playa de Madorra
Pág. 142
Entonces Leo Caldas miraba a Manuel Trabazo como al pescador de Capitanes Intrépidos que interpretaba Spencer Tracy. Manuel el Portugués se llamaba. (…) Había visto aquella película decenas de veces. El niño rico que caía al mar desde un trasatlántico y era recogido por un barco pesquero, en el que uno de los marineros, Manuel el Portugués, enseñaba a aquel chaval impertinente a cantar y a reír.


Spencer Tracy y Freddie Bartholomew ("Capitanes intrépidos")

Pág. 174
En las primeras décadas del siglo XX, el párroco y los feligreses de Panxón decidieron demoler la iglesia antigua, que se había quedado pequeña, para construir una de mayor tamaño. Enterado de esas intenciones, el arquitecto Palacios viajó hasta el pueblo y convenció a los vecinos para que respetasen el arco visigótico que escondía la vieja capilla. A cambio, Palacios se comprometió a realizar los planos de un nuevo templo consagrado a la gente del mar.
Se levantó en lo alto de una colina cercana al arco para que su silueta sirviese de guía a los marineros, con paredes de piedra tosca envolviendo una cúpula octogonal. Pegada a la torre de las campanas, de planta cuadrada y coronada por almenas, Palacios proyectó otra torre circular para que escondiese la escalera de acceso al campanario.
Panxón (Templo Votivo del Mar)
                                                 
Alrededor del cuerpo superior, cónico y pintado de blanco y rojo como un faro, situó cuatro figuras humanas unidas por las manos mirando a cada uno de los puntos cardinales.
Templo de Panxón (cuerpo superior)

Estévez aparcó al pie de la cuesta y Caldas se bajó del coche. Pidió a su ayudante que le esperase y ascendió la pendiente empinada que conducía al Templo Votivo del Mar. El pavimento estaba decorado con dibujos realizados con piedras blancas y negras.
Fragmento del pavimento de los accesos al templo

El interior del templo, tan vacío como el resto del pueblo, recordaba el caso invertido de un barco.
Se sentó a esperar al sacerdote en un banco próximo al altar y se entretuvo mirando los mosaicos que decoraban las bóvedas y la parte alta del presbiterio. Había representaciones de santos apareciéndose a náufragos y otras escenas religiosas y marineras.
Templo de Panxón (interior)

Pág. 193
Esperó a Carlos (…) mirando el pequeño cuadro colgado enfrente (…) Era un busto de mujer, un óleo pintado por Pousa, uno de tantos artistas locales que encontraron en aquella taberna ilustrada su refugio. Había visto el pequeño cuadro cientos de veces. La mujer vestida de amarillo girada hacia un lado con el gesto triste.
Cuadro del pintor gallego Xavier Pousa (no es el referido en la novela, pero puede servir de muestra)

Pág. 202
Todavía tardó unos segundos en reconocer el solo de trompeta. Le parecía que Louis Armstrong se reía de él cuando cantaba con voz aguardentosa: Exactly like you.

Pág. 218
Miró hacia el frente, a la ciudad de Vigo tendida junto a la ría como una mancha. Primero las casas bajas, luego los edificios altos del ensanche de Coia, y, más allá, el resto de la ciudad desordenada en las laderas, con la silueta del hospital elevándose sobre las demás edificaciones cerca del monte del Castro.
Vigo

Pág. 220
Antes de llegar a las arcadas de la Ribeira, torció por la calle Real y ascendió por el casco viejo. Manuel Trabazo tenía razón. Antes apenas había casas feas.
La Ribeira (arcadas en zona inferior)


Casco viejo (Vigo)

Se levantó después del café y caminó por la calle de la Palma junto a la concatedral.
Concatedral (Vigo)

Pág. 224
-¿Cómo se titula esa música que pones antes de mis respuestas?
-Se llama “Promenade” o “Walking the dog”
-¿De las dos maneras?
Santiago Losada asintió:
-Es de Gershwin

Pág. 225
El sol se acostaba tras los edificios del casco viejo tiñendo el cielo de naranja, como el cuadro de Lodeiro colgado en la pared del Eligio.
Cuadro de Lodeiro (no es el descrito en la novela, pero puede servir para hacerse una idea)

Pág. 232
Monteferro era el último espacio costero virgen en la orilla sur de la ría de Vigo. Como por milagro, había resistido el asedio urbanizador y, aunque había numerosas casas bajas en el istmo que lo unía a tierra, los acantilados todavía rodeaban un promontorio verde en cuya cima se levantaba un monumento de piedra de veinticinco metros de altura, un monolito en honor a los navegantes muertos en el mar.
Monolito en Monteferro

Pág. 235
Mirando hacia el sur, Panxón estaba demasiado cerca y quedaba oculto por los árboles, pero podían ver el monte Lourido que limitaba Playa América, y más allá la playa de la Ladeira bajo los montes de la Groba. Baiona, con su fortaleza medieval, cerraba la bahía, y detrás se vislumbraba el Cabo Silleiro, el último quiebro de la costa gallega antes de que el mapa trazase una línea casi recta de cuatrocientos kilómetros hacia el sur (…)
Playa Ladeira


Baiona


Cabo Silleiro

Al norte se levantaban las islas Cíes con sus playas de Nácar, y más lejos la punta de Cabo Home, el extremo de la orilla norte de la ría de Vigo, como un animal recostado sobre el mar. El día era limpio y permitía ver aún más allá la silueta de la isla de Ons, frente a la ría siguiente, la de Pontevedra.
Islas Cíes


Cabo Home


Isla de Ons

-Estas islas pequeñas, las más próximas, ¿cuáles son? – preguntó Estévez-
-Son las Estelas – dijo Caldas.
-¿Y cómo no me había traído aquí antes?
Las islas Estelas

Pág. 236
En lo alto del monumento, la Virgen del Carmen vigilaba el mar con el niño en brazos. Sobre ella, una corona de flores de bronce y, debajo, una inscripción: Salve Regina Marium. Una placa en uno de los laterales pedía una oración por los navegantes que hallaron en el mar su sepultura.
Virgen del Carmen (Monolito de Monteferro)

Pág. 241
Con el tiempo todo se va, se olvida el rostro y se olvida la voz.
¿Cómo? – preguntó Caldas, y el médico comenzó a canturrear:
Avec le temps, avec le temps, va, tout s’en va…
¿Quién cantaba eso…?
Trabazo giró su muñeca haciendo avanzar el barco entre las boyas.
Léo Ferré – contestó-. A tu madre le encantaba.

Pág. 265
Recordó una película que había ido a ver con Alba hacía algún tiempo. El protagonista era un anciano que recorría cientos de kilómetros montado en una máquina de cortar el césped para visitar a su hermano enfermo, con quien se había enemistado muchos años atrás.
Película de David Lynch a la que hace referencia la novela

Pág. 267
(…) cruzó la Gran Vía y continuó descendiendo por su acera abarrotada hasta la farola de forja de Jenaro de la Fuente.


Farola de Jenaro de la Fuente

Pág. 312
(…) recorrieron la península del Barbanza hasta desembocar en Aguiño.
Era un pueblo pequeño, unos centenares de casas construidas alrededor de la playa y el puerto.


Aguiño

Pág. 361
(…) y atravesó la Alameda esquivando a los niños que correteaban vigilados de cerca por sus madres. Dos turistas de pelo blanco consultaban el plano de la ciudad cerca de la estatua de Méndez Núñez.


Alameda de Vigo (con estatua de Méndez Núñez al fondo)


Como colofón y complemento de la lectura de la presente novela, una entrevista con su autor Domingo Villar






17 comentarios:

  1. Hola, Ismael. Me parece genial la idea que has tenido; y aún más que empieces con Domingo Villar y Leo Caldas. Me encantan sus novelas y encima conozco Vigo, lo que me permite disfrutar aún más de tu entrada.

    La idea está genial-incluir fotografías con los lugares (nunca estuve dentro de la iglesia de Panjón) junro con los fragmentos del libro, además de incluir enlaces con la música. Pero (espero que no te parezca mal lo que te voy a decir -he buscado una dirección de correo para escribirte pero no la he encontrado) la entrada me lo parece, poco manejable. Creo que estaría mejor si la dividieras en dos, una por libro.
    Te lo digo como bloguera y lectora de blogs

    Por lo demas, reservo plaza en el próximo viaje a Grecia.

    P.D: Viendo el libro de Fred Vargas no puedo evitar acordarme de las que se han liado las dos veces que Alice Silver publicó una entrada sobre esa escritora.

    P.D2: perdona el rollo que acabo de soltarte.

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  2. Estupenda tu entrada, pones en imagen muchas de las cosas que sólo conocía en mi imaginación.

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  3. ENHORABUENA por el blog
    es muy interesante

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  4. Opino como Lammermoor. Dividida la entrada en las dos obras queda más manejable, dada la cantidad de información que aportas de cada novela. Ánimo, que corrigiendo se aprende.

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  5. Estupenda idea. Vivo en Vigo hace 40 años. Has hecho un recorrido emocionante, y por lo tanto el libro lo leeré en breve.
    Un saludo.
    S.Seoane

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  6. Eu non vivo en Vig. Preparando unha entrada para o blog do noso club de lectura, na Costa da Morte, atopei esta entrada marabillosa. Eu estaba intentando facer algo parecido, estiven a ponte pasada en Vigo preparando a viaxe, pois imos facer unha excursión polos lugares da novela. Seguro que utilizarei a túa informción. Moitas grazas. Club de lectura Arao - IES Pedra da Aguia - A Ponte do Porto.

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  7. Gracias. Además de ahorrarme tiempo, me gustó encontrar a otra persona que le había gustado tanto el libro como a mí y que, como yo, quería conocer más el mundo de Leo Caldas.

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  8. Estoy leyendo el libro, de vez en cuando hago una parada para ilustrarme de la música y los lugares donde camina Leo Caldas .gracias a este blog tan maravilloso.

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  9. Gracias a todos por vuestros elogios del blog. Al menos consiguió en vosotros el propósito buscado: ¡acompañaros en la lectura! ISMAEL DÍAZ

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  10. Gracias por el blog, me gusta mucho

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  11. Gracias por tu trabajo. Ha sido una grata sorpresa encontrarme con tu blog. Acabo de terminar el libro de Domingo Villar y me disponía a buscar en interner lugares y referencias que había ido anotando... Con tu página me has ayudado y acompañado por los pasajes de la historia.
    Conocía Vigo, Baiona y algunos otros lugares que aparecen, pero gracias a ti ahora los he visto con otros ojos.
    Un saludo.

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    1. Gracias a ti, Pilar, por tus palabras. Mi intención era precisamente ayudar a los lectores a visualizar y escuchar los distintos pasajes de la novela. Si se ha conseguido el propósito, me doy por satisfecho. También tengo trabajada la primera novela del autor "Ojos de agua" (por si la lees). Un saludo ISMAEL

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    2. Hola de nuevo. He seguido tu consejo y he leído "Ojos de agua". Nada más terminar, he acudido a tu blog para encontrarme con los paisajes y las músicas de la novela. Gracias otra vez.
      Por cierto, yo también soy aragonesa, como Rafael Estévez, el ayudante del protagonista, pero no me identifico nada con ese personaje.

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    3. Me gustó menos que "La playa de los náufragos", pero no está mal. El hecho de que sea aragonés no presupone que todos seáis iguales, gracias a Dios. El carácter peculiar del personaje le sirve de contrapunto al protagonista, nada más. Me alegro de que te haya vuelto a ser útil la entrada del blog. Saludos.

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  12. Parabéns. O teu traballo axudoume moito para preparar un roteiro literario cos meus alumnos. Fixeches una boa selección de textos e imaxes.
    Grazas por compartir o teu traballo.

    Cruz

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  13. Manuel Trabazo!!!!!
    quén é, de ónde procede???

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