A MODO DE PRESENTACIÓN
En la presentación de la entrada anterior, señalaba que, de todos los detectives, comisarios, investigadores, etc., de la novela policiaca actual, mis dos preferidos eran el detective Harry Bosch (creado por Michael Connelly, y al que le dedicaba la entrada citada) y el comisario Jean-Baptiste Adamberg, nacido de la pluma de la autora francesa Fred Vargas (París, 1957)
Fred Vargas, historiadora y arqueóloga, aparte de novelista, es considerada hoy día una de las grandes del género. Sin embargo, sus novelas, que caminan sobre el filo de lo poético, lo naif, lo irreal y lo absurdo, generan polémica pues no siempre son bien recibidas estas licencias entre los amantes de la novela negra.
Yo me sitúo en el campo de sus grandes admiradores y seguidores. El principal mérito de Fred Vargas reside, no en sus tramas detectivescas (que también), sino en la descripción de ambientes extraños, por lo sugerente, y en la creación de personajes inolvidables que quedan fijados en el alma del lector de manera imborrable, prestando gran atención al detalle y la precisión a la hora de ser definidos y, sobre todo, dando realce en todas y cada una de sus novelas a los que podríamos llamar “personajes secundarios”, tan llamativos y peculiares que, en ocasiones, se convierten en grandes hallazgos.
De entre toda la saga literaria del comisario Adamsberg, mi título preferido es, por el momento, “Huye rápido, vete lejos” (Ed. Siruela), pero la última novela de la autora publicada en España, y a la que le dedicamos la entrada de hoy, ocupa, sin lugar a dudas, un lugar en el podio de las mejores.
SINOPSIS
En un pueblo de los Alpes están apareciendo degolladas las ovejas, y la indignación y el miedo se van adueñando de sus habitantes. Pero Lawrence, un canadiense que estudia una manada de lobos en la zona, sabe que hay cosas que éstos jamás harían… Una noche, ante la sorpresa de todos, es una mujer la que aparece muerta.
(Editorial Siruela. Traducción: Anne-Hélene Suarez Girard)
PRÓLOGO
CAPÍTULO 1
Era un hombre de la zona, bajito, moreno, un poco terco. Llevaba seis años cuidando los lobos del Mercantour.
CAPÍTULO 3
Absueltos también ese Mercantour recalentado y esa aldea de Saint-Víctor-du-Mont donde se había establecido provisionalmente con ella.
Esas últimas semanas, un viejo lobo solitario en final de trayecto, el venerable Augustus, cazaba en el monte Mournier.
CAPÍTULO 10
Un dogo alemán – dijo Lawrence -. El perro más grande. El único capaz de igualar o superar el tamaño de un lobo macho.
Jean-Baptiste Adamsberg, apostado en la ventana de su habitación, en el quinto piso de un edificio del Marais vetusto, cuya fachada se inclinaba peligrosamente hacia la calle, miraba el agua correr arroyo abajo, arrastrando detritus.
Edificios del Marais (París)
Era la mejor mesa, situada bajo un inmenso letrero con tres castillos de plata devorados por las llamas, torpemente pintados, que representaban, según le habían explicado, las armas de la ciudad gaélica de Dublín.
CAPÍTULO 14
-¿Qué camión es? –preguntó volviéndose hacia Solimán.
Un 508 D –dijo Sol-, menos de tres toneladas y medio. No necesitas permiso para conducir vehículos pesados.
CAPÍTULO 16
-Norte, hacia el Mercantour.
-¿Pasando por dónde?
-Massart ha dejado su furgoneta en el Mont Vence –empezó Solimán-. Bien pensado si quería hacer creer que estaba perdido en la montaña.
-No irá lejos con semejante equipo.
Ahora debe de estar al norte del Mercantour, digamos a la altura del puerto de la Bonette.
-Esta noche bajará a Jausiers, veinticinco kilómetros. Alló lo esperaremos al amanecer, si no nos lo cruzamos antes en el monte.
-No me imaginaba así el Mercantour.
-¿Cómo te lo imaginabas?
-Creía que era cálido y moderadamente montañoso. Con olivos. Una cosa así.
-Pues es frío y exageradamente montañoso. Hay alerces, y donde es demasiado alto para subsistir, no hay nada, sólo nosotros tres, con el camión.
CAPÍTULO 18
La pendiente era dura. (…) Oscuros pinos silvestres se arracimaban hasta perderse de vista por las laderas rocosas. Camille los encontraba siniestros, tan inquietantes como ríos de soldados en uniformes negros.
Pinos en el Mercantour
Se sintió algo aliviada al bajar hacia Saint-Étienne, el último pueblo antes de salir del valle y de iniciar el ascenso del macizo.
Dos kilómetros más allá, el camión se adentraba en el Mercantour. La carretera era más o menos como temía Camille, estrecha y serpeante, un delgado surco hendido en el flanco de la montaña, como una ligera cicatriz.
CAPÍTULO 19
Al llegar la noche anterior a Aviñón, Jean-Baptiste Adamsberg había encontrado un rincón ideal, al otro lado del Ródano. (…) Sentado en la hierba a orillas del Ródano, apartado de una pequeña carretera que bordeaba la ribera, en una especie de claro en el horizonte tapado por una hilera de sauces, Adamsber hundía en el río una larga rama, luchando con la punta contra la corriente.
Orillas del Ródano a su paso por Aviñón
CAPÍTULO 21
A la una y media, Camille dejó la ganadera a la entrada de Le Plaisse, la aldea más cercana a los pastos de Tête du Cavalier.
CAPÍTULO 22
La montaña había perdido sus últimos retazos de Provenza y, diez kilómetros antes del puerto de la Croix-Haute, habían entrado en una zona de niebla fría y algodonosa.
-Hay que levantar el campo-dijo-. Podemos ir a ver a los policías que se ocupan de ese Sernot. ¿Dónde están?
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
-Aquí –dijo-, a Bourg-en-Bresse. Ciento veinte kilómetros hacia el norte. (…) Es el único pueblo grande por el que acepta pasar.
CAPÍTULO 33
Adamsberg renunció, con su brazo herido, a dormir doblado en el coche. Llamó a la gendarmería y pidió que lo llevaran, finalmente, al hotel de Montdidier.
PENSAMIENTOS CURIOSOS (extraídos de la novela)
“Si quieres ser libre, cierra el pico.”
“El amor te daba alas para luego estrellarte contra el suelo, así que no merecía la pena.”
“En el amor, si no querías al otro, se quedaba, y si lo querías, se largaba.”
“Nada, siempre es más sencillo que Algo. Más triste también, pero más sencillo.”
“Una oveja guía que cojea hace que todo el rebaño vaya descompasado.”
Ismael... Otra coincidencia enorme: soy fan de Fred Vargas, fan activa. La recomiendo, la regalo, persigo sus novedades... Adamsberg, los 4 evangelistas, Camille (y Mathilde, su madre, en "El hombre de los círculos azules"), ¡ay! En mi casa Fred Vargas es muy bien recibida. Y mi gata se llama Bola, claro.
ResponderEliminarUna duda: ¿no te ha parecido que "El hombre del revés" es la última publicada en español pero no su última novela? Esos saltos temporales me han confundido algo, aunque leer a Fred Vargas siempre es un placer, un inmenso placer.
A ver la próxima coincidencia... Muchos besos,
Marta, me alegran las coincidencias, y si es con Fred Vargas, mejor todavía (Si tienes algún interés especial en algún título que quieras ver reflejado en el blog, me lo dices y se intenta)
ResponderEliminarTienes razón con lo de las fechas de publicación de la obra de Fred Vargas en España: ¡un caos total y una vergüenza enorme! Las van publicando sin orden ni concierto, y los lectores y seguidores nos quedamos perplejos cuando aparecen como nuevos personajes que ya conocíamos, o se nos escatima el seguimiento vital de otros.
Concretamente, "El hombre del revés" es de 1991, y según leo en Internet, es la segunda del comisario. Imagínate qué desorden editorialo. Y eso que muchas de ellas las publica Siruela, que presume de ser una editorial seria (al menos en las solapas podían informar de que es la última publicada en España, pero con 20 años a sus espaldas)
Un besote ISMAEL
lo del desorden en la publicación lo sufrimos todos los lectores, de hecho existe una edición del hombre del revés del año 99 de espasa calpe...imaginaos...sólo una edición, fue un total fracaso aún no estaba preparado el lector clásico de novela negra para Fred y la traducción era malísima... muy buena iniciativa la de este blog...me pido otra de Fred, una entrada que nos muestre a Adamsberg deambulando por la Riviera del sena..
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