lunes, 20 de junio de 2011

J.M. COETZEE: "Desgracia"

A MODO DE INTRODUCCIÓN

Hoy le damos entrada a una de los más interesantes títulos narrativos de los últimos años: “Desgracia” (premio Booker 1999), del escritor sudafricano J.M. Coetzee (Premio Nobel de Literatura 2003)
Nos enfrentamos a una novela relativamente breve en su extensión, pero dura, ambigua y compleja en su trasfondo. Con el telón de fondo de una Sudáfrica post-Apartheid, seguimos los pasos de un profesor de Universidad cuya vida cambiará de forma radical tras determinados hechos violentos ocurridos en su entorno más personal. Un profesor inmerso en un submundo moral y social, de desidia y sueños arruinados, y donde temas como los abusos de poder, el dolor por el paso del tiempo, las convulsiones internas de un país en drástico proceso de cambio (Sudáfrica), el Deseo como motor de la existencia, el machismo, las relaciones padre-hijo, las conductas racistas, etc., encuentran plasmación perfecta en una prosa como la de Coetzee, fría en apariencia, pero poética y desgarrada a poco que nos adentremos en las aguas turbulentas de lo narrado.


SINOPSIS

A los cincuenta y dos años, David Lurie tiene poco de lo que enorgullecerse. Con dos divorcios a sus espaldas, apaciguar el deseo es su única aspiración; sus clases en la universidad son un mero trámite para él y para los estudiantes. Cuando se destapa su relación con una alumna, David, en un acto de soberbia, preferirá renunciar a su puesto antes que disculparse en público. Rechazado por todos, abandona Ciudad del Cabo y va a visitar la granja de su hija Lucy.  Allí, en una sociedad donde los códigos de comportamiento, sean de blancos o de negros, han cambiado; donde el idioma es una herramienta viciada que no sirve a este mundo naciente, David verá hacerse añicos todas sus creencias en una tarde de violencia implacable.

(DEBOLSILLO. Traducción: Miguel Martínez-Lage)


CAPÍTULO 1

Para ser un hombre de su edad, cincuenta y dos años y divorciado, a su juicio ha resuelto bastante bien el problema del sexo. Los jueves por la tarde coge el coche y va hasta Green Point. A las dos en punto toca el timbre de la puerta de Windsor Mansions, da su nombre y entra. En la puerta del número 113 le está esperando Soraya.

Green Point

De su trabajo le cuenta poca cosa: prefiere no aburrirla. Se gana la vida en la Universidad Técnica de Ciudad del Cabo, antes Colegio Universitario de Ciudad del Cabo.

Universidad Técnica (Ciudad del Cabo)

Un sábado por la mañana todo cambia. Está en el centro de la ciudad para resolver unas gestiones; va caminando por Saint George's Street cuando se fija de pronto en una esbelta figura que camina por delante de él, en medio del gentío. Es Soraya.

Saint George's street (Ciudad del Cabo)


CAPÍTULO 2
En la cocina él abre una botella de Meerlust y sirve una fuente de galletas saladas y queso. Al volver la encuentra de pie ante las estanterías, con la cabeza ladeada, leyendo los títulos de los lomos. Él pone música: el quinteto para clarinete de Mozart.


Quinteto para clarinete (Mozart, Primer movimiento)

–Espera, no te vayas aún. –La toma de una mano y la lleva hasta el sofá–. Quiero enseñarte una cosa. ¿Te gusta la danza? No bailar; la danza. –Introduce una cinta en el vídeo–. Es una película de un tipo llamado Norman McLaren. Es bastante vieja. La encontré en la biblioteca. A ver qué te parece.
Sentados uno junto al otro en el sofá, ven la cinta. Dos bailarines en un escenario despojado de toda decoración van ejecutando los pasos. Filmadas con una cámara estroboscópica, las imágenes son una fantasmagoría de sus movimientos reales, y se extienden tras ellos como un abanico que aletease sin cesar. Es una película que él vio hace ya un cuarto de siglo, pero que sigue cautivándolo: el instante del presente y el pasado de ese instante, evanescente, son captados en un mismo espacio.

Pas de deux (Norman MacLaren)

Él pone más música: sonatas de Scarlatti, música para amansar a las fieras.

Sonata L23 (Scarlatti)


CAPÍTULO 3

La lleva a Hout Bay, al puerto. Durante el trayecto trata de que se sienta cómoda.

Hout Bay

Cuando vuelve en sí ha dejado de llover. La muchacha yace bajo él con los ojos cerrados, las manos distendidas y alzadas por encima de la cabeza, el rostro levísimamente fruncido. Él tiene sus manos bajo el áspero jersey de ella, sobre sus senos. Sus mallas y sus braguitas están hechas un lío en el suelo; él tiene los pantalones a la altura de los tobillos. Después de la tormenta, piensa: como sacado de George Grosz.

Pintura de George Grosz

El miércoles sí va a su clase, y se sienta donde acostumbra. Todavía siguen con Wordsworth, con el Libro VI de El preludio: el poeta en los Alpes.
–“Desde una loma –lee él en voz alta–, también por vez primera contemplamos sin estorbos la cima del Mont Blanc, y nos llenó de pena la impresión de esa imagen sin alma en la retina que había desahuciado un pensamiento viviente que ya no podría existir”.
Veamos. La majestuosa montaña blanca, el Mont Blanc, resulta una gran decepción. ¿Por qué? Empecemos por lo insólito del verbo que se aplica a esa situación, desahuciar. ¿Alguien lo ha buscado en el diccionario?

Wordsworth

Mont Blanc

Wordsworth escribe acerca de los Alpes –dice–. En este país no tenemos nada que se parezca a los Alpes, pero tenemos la cordillera de Drakensberg o, a una escala más reducida, Mountain Tablé, cumbres a las que ascendemos tras la estela de los poetas, con la esperanza de gozar de uno de esos momentos de revelación, tan wordsworthianos, de los que todos hemos oído hablar alguna vez.

Drakensberg

Mountain Tablé

CAPÍTULO 4

¡Adiós, profesor Chips! Pero no te creas que hemos terminado. Tú espera y verás.

Cartel de la película a la que alude la frase.

CAPÍTULO 7

Una vez que toma la resolución de marcharse hay muy poca cosa que lo retenga. Vacía la nevera, cierra la casa y a mediodía se encuentra ya en plena autopista. Hace un alto en Oudtshoorn; en realidad ha salido con el alba, y a media mañana está cerca de su destino, la ciudad de Salem, en la carretera de Grahamstown a Kenton, en la provincia del Cabo Oriental.

Oudtshoorn

Salem

CAPÍTULO 11

Lucy y él intercambian una mirada. Erasmuskraal, dentro de los límites de la concesión de explotación forestal, es una aldea que carece de electricidad, de teléfono. La historia parece verosímil.


CAPÍTULO 14

Visita las tiendas de Salem las mínimas veces que puede, a Grahamstown baja solamente los sábados. De buenas a primeras se ha convertido en un recluso, un recluso en el campo. Se acabaron sus andanzas.

Grahamstown

La biblioteca pública de Grahamstown apenas puede ofrecerle más que una antología de los poemas. De todos modos, ¿es necesario que continúe leyendo?

Grahamstown

CAPÍTULO 18

En un estado de regocijo casi desconocido para él, viaja con Lucy a Port Elizabeth y luego a New Brighton, en donde siguen las indicaciones de Van Deventer Street hasta llegar a una comisaría de policía que es un edificio de una sola planta, como un fortín, rodeado por una valla de dos metros de altura coronada de alambre de espino.

Port Elizabeth

New Brighton

En un libro de láminas de arte que había en la biblioteca municipal encontró un cuadro titulado La violación de las sabinas, ¿o era El rapto de las sabinas?: hombres a caballo, con las corazas de los romanos, y mujeres apenas cubiertas por velos de gasa, mujeres que alzaban los brazos al cielo como si gritasen a voz en cuello. ¿Qué tendrían que ver todas aquellas poses adoptadas con lo que él suponía que era la violación, el acto que realiza el hombre al tenderse encima de la mujer y entrar en ella a empellones?

"El rapto de las Sabinas" (David)

CAPÍTULO 20

Vuelve a entrar en Ciudad del Cabo por la N2. Ha estado fuera algo menos de tres meses, aunque en ese lapso los asentamientos de los chabolistas han tenido tiempo suficiente para saltar al otro lado de la autopista y extenderse hacia el este del aeropuerto. El flujo de los vehículos debe ralentizarse mientras un niño con un palo pastorea a una vaca extraviada para alejarla de la calzada. Es inexorable, piensa: el campo va llegando a las puertas de la ciudad. Pronto habrá ganado paciendo otra vez por el parque de Rondebosch; pronto la historia habrá trazado un círculo completo.

Rondebosch (parque)

Tal como estaba concebida en principio, la ópera gravitaba en torno a lord Byron y a su amante, la contessa Guiccioli. 

Lord Byron

Teresa Guiccioli

CAPÍTULO 21

Sin aviso previo, algo le devuelve un recuerdo de hace muchos años: una persona a la que recogió en la N1 a las afueras de Trompsburg, una mujer de veintitantos años que viajaba sola y que él llevó a la ciudad, una turista alemana, quemada por el sol y rebozada de polvo. Llegaron hasta River Touws, tomaron una habitación en un hotel; él le dio de comer y se acostó con ella. Recuerda sus piernas largas y nervudas, la suavidad de su cabello, aquella ligereza de plumas entre sus dedos.

Tows River

lunes, 13 de junio de 2011

FRED VARGAS: "El hombre del revés"

A MODO DE PRESENTACIÓN
En la presentación de la entrada anterior, señalaba que, de todos los detectives, comisarios, investigadores, etc., de la novela policiaca actual, mis dos preferidos eran el detective Harry Bosch (creado por Michael Connelly, y al que le dedicaba la entrada citada) y el comisario Jean-Baptiste Adamberg, nacido de la pluma de la autora francesa Fred Vargas (París, 1957)
Fred Vargas, historiadora y arqueóloga, aparte de novelista, es considerada hoy día una de las grandes del género. Sin embargo, sus novelas, que caminan sobre el filo de lo poético, lo naif, lo irreal y lo absurdo, generan polémica pues no siempre son bien recibidas estas licencias entre los amantes de la novela negra.
Yo me sitúo en el campo de sus grandes admiradores y seguidores. El principal mérito de Fred Vargas reside, no en sus tramas detectivescas (que también), sino en la descripción de ambientes extraños, por lo sugerente, y en la creación de personajes inolvidables que quedan fijados en el alma del lector de manera imborrable, prestando gran atención al detalle y la precisión a la hora de ser definidos y, sobre todo, dando realce en todas y cada una de sus novelas a los que podríamos llamar “personajes secundarios”, tan llamativos y peculiares que, en ocasiones, se convierten en grandes hallazgos.
De entre toda la saga literaria del comisario Adamsberg, mi título preferido es, por el momento,  “Huye rápido, vete lejos” (Ed. Siruela), pero la última novela de la autora publicada en España, y a la que le dedicamos la entrada de hoy, ocupa, sin lugar a dudas, un lugar en el podio de las mejores.

SINOPSIS
En un pueblo de los Alpes están apareciendo degolladas las ovejas, y la indignación y el miedo se van adueñando de sus habitantes. Pero Lawrence, un canadiense que estudia una manada de lobos en la zona, sabe que hay cosas que éstos jamás harían… Una noche, ante la sorpresa de todos, es una mujer la que aparece muerta.
(Editorial Siruela. Traducción: Anne-Hélene Suarez Girard)


PRÓLOGO
El martes aparecieron cuatro ovejas degolladas en Ventebrune, en los Alpes.

Ventebrune

CAPÍTULO 1
Era un hombre de la zona, bajito, moreno, un poco terco. Llevaba seis años cuidando los lobos del Mercantour.


CAPÍTULO 3
Absueltos también ese Mercantour recalentado y esa aldea de Saint-Víctor-du-Mont donde se había establecido provisionalmente con ella.

Saint Victor du Mont

Esas últimas semanas, un viejo lobo solitario en final de trayecto, el venerable Augustus, cazaba en el monte Mournier.

Monte Mournier

CAPÍTULO 10
Un dogo alemán – dijo Lawrence -. El perro más grande. El único capaz de igualar o superar el tamaño de un lobo macho.

Dogo alemán

Jean-Baptiste Adamsberg, apostado en la ventana de su habitación, en el quinto piso de un edificio del Marais vetusto, cuya fachada se inclinaba peligrosamente hacia la calle, miraba el agua correr arroyo abajo, arrastrando detritus.

Edificios del Marais (París)
Era la mejor mesa, situada bajo un inmenso letrero con tres castillos de plata devorados por las llamas, torpemente pintados, que representaban, según le habían explicado, las armas de la ciudad gaélica de Dublín.

CAPÍTULO 14
-¿Qué camión es? –preguntó volviéndose hacia Solimán.
Un 508 D –dijo Sol-, menos de tres toneladas y medio. No necesitas permiso para conducir vehículos pesados.

508 D
CAPÍTULO 16
-Norte, hacia el Mercantour.
-¿Pasando por dónde?
-El valle del Tinée.

Valle del Tinée

-Massart ha dejado su furgoneta en el Mont Vence –empezó Solimán-. Bien pensado si quería hacer creer que estaba perdido en la montaña.

Mont Vence

-No irá lejos con semejante equipo.
-Es que no va lejos, jovencita. Va a Loubas, al lado de Jausiers.

Loubas

Ahora debe de estar al norte del Mercantour, digamos a la altura del puerto de la Bonette.

Port de la Bonette

-Esta noche bajará a Jausiers, veinticinco kilómetros. Alló lo esperaremos al amanecer, si no nos lo cruzamos antes en el monte.

Jausiers

-No me imaginaba así el Mercantour.
-¿Cómo te lo imaginabas?
-Creía que era cálido y moderadamente montañoso. Con olivos. Una cosa así.
-Pues es frío y exageradamente montañoso. Hay alerces, y donde es demasiado alto para subsistir, no hay nada, sólo nosotros tres, con el camión.

Mercantour

CAPÍTULO 18
La pendiente era dura. (…) Oscuros pinos silvestres se arracimaban hasta perderse de vista por las laderas rocosas. Camille los encontraba siniestros, tan inquietantes como ríos de soldados en uniformes negros.

Pinos en el Mercantour

Y más arriba aún, los desnudos picos rocosos.

Cumbre del Mercantour

Se sintió algo aliviada al bajar hacia Saint-Étienne, el último pueblo antes de salir del valle y de iniciar el ascenso del macizo.

Saint-Étienne (en el valle)

Dos kilómetros más allá, el camión se adentraba en el Mercantour. La carretera era más o menos como temía Camille, estrecha y serpeante, un delgado surco hendido en el flanco de la montaña, como una ligera cicatriz.


CAPÍTULO 19
Al llegar la noche anterior a Aviñón, Jean-Baptiste Adamsberg había encontrado un rincón ideal, al otro lado del Ródano. (…) Sentado en la hierba a orillas del Ródano, apartado de una pequeña carretera que bordeaba la ribera, en una especie de claro en el horizonte tapado por una hilera de sauces, Adamsber hundía en el río una larga rama, luchando con la punta contra la corriente.

Orillas del Ródano a su paso por Aviñón

CAPÍTULO 21
A la una y media, Camille dejó la ganadera a la entrada de Le Plaisse, la aldea más cercana a los pastos de Tête du Cavalier.

Le Plaisse

CAPÍTULO 22
La montaña había perdido sus últimos retazos de Provenza y, diez kilómetros antes del puerto de la Croix-Haute, habían entrado en una zona de niebla fría y algodonosa.

Croix-Haute

-Hay que levantar el campo-dijo-. Podemos ir a ver a los policías que se ocupan de ese Sernot. ¿Dónde están?
-En Villard-de-Lans.

Villard-de-Lans

CAPÍTULO 26
-Nos vamos a Grenoble- anunció-. Tengo cita con el prefecto, extraoficialmente.

Grenoble

CAPÍTULO 27
-Aquí –dijo-, a Bourg-en-Bresse. Ciento veinte kilómetros hacia el norte. (…) Es el único pueblo grande por el que acepta pasar.

Bourg-en-Bresse

CAPÍTULO 33
Adamsberg renunció, con su brazo herido, a dormir doblado en el coche. Llamó a la gendarmería y pidió que lo llevaran, finalmente, al hotel de Montdidier.

Montdidier

PENSAMIENTOS CURIOSOS (extraídos de la novela)
“Si quieres ser libre, cierra el pico.”
“El amor te daba alas para luego estrellarte contra el suelo, así que no merecía la pena.”
“En el amor, si no querías al otro, se quedaba, y si lo querías, se largaba.”
“Nada, siempre es más sencillo que Algo. Más triste también, pero más sencillo.”
“Una oveja guía que cojea hace que todo el rebaño vaya descompasado.”
“Cuando uno hace una pregunta, es que tiene una respuesta. Si no, se calla.”

FRED VARGAS